El Pabellón de Oro es una construcción de tres pisos. Las paredes doradas siguen brillando no porque el brillo del oro sea eterno, sino porque en 1987 el edificio fue restaurado. Los tejados son finas tablas de madera y el conjunto está rematado por un gracioso fénix de bronce dorado.
El primer piso muestra el estilo arquitectónico shindenzukuri, un salón frente al cual se extiende un amplio jardín donde se celebran ceremonias, bailes y conciertos de música. Al sur se ubica un estanque de 6.600 metros cuadrados, llamado el Espejo de agua. En otros tiempos algunos privilegiados daban por el estanque plácidos paseos en barca que les permitía contemplar, entre el suave chapotear de los remos, la belleza de las flores. Aunque los aristócratas de la Era Heian (794-1192) debían de estar más que acostumbrados a este tipo de lujos.
El estilo arquitectónico del segundo piso es bukenzukuri, el origen de la casa tradicional de Japón que se observa hoy en día. Actualmente se instala allí una estatua de la diosa budista Kannon. El tercer piso es una pieza de cinco metros cuadrados del más puro estilo Zen, con puerta central corrediza y ventana con friso adornado con motivos florales. El techo está construido con listones de madera de ciprés.
La suave curvatura de los tejados, la finura del trabajo plasmada en la madera, confieren una especial elegancia y ligereza al conjunto. Por la armoniosa distribución de construcciones destinadas unas al culto y con fines residenciales otras, todo ello resulta una obra maestra de arquitectura.
Más allá del pabellón se encuentra una cascada de 2,3 metros de alto. Al pie de la cascada hay una piedra de la que se dice que recuerda a la figura de una carpa, en referencia a la leyenda china de la carpa que subió por la cascada y se convirtió en dragón. La carpa es considerada en Japón símbolo de promoción y progreso.
EL FUNDADOR, YOSHIMITSU ASHIKAGA
El Pabellón de Oro fue construido en 1397 por Yoshimitsu Ashikaga, un shogun retirado (1358-1408). Fue el nieto de Takauji Ashikaga, fundador del gobierno de Ashikaga que duró más de 230 años. En aquella época la familia imperial estaba dividida en dos facciones y en continua batalla.
Yoshimitsu solo tenía 11 años cuando heredó el puesto de shogun tras la muerte de su padre. La gran responsabilidad de mantener y agrandar el poder del clan oriundo de Ashikaga (Tochigi) recayó sobre un menor, pero éste demostró con creces de lo que era capaz, acometiendo las dificultades y solucionándolas una tras otra.
Diez años después, Yoshimitsu construyó un palacio en el barrio de Muromachi, en Kioto, razón por la cual hoy en día el gobierno de los Ashikaga y la época en que se desarrolló se llaman Muromachi Bafuku y Muromachi Jidai, respectivamente.
Yoshimitsu hizo desviar hacia los terrenos del palacio el agua del río Kamo para crear un gran estanque, y el jardín fue cubriéndose de vegetación. Allí nunca faltaban las flores y la gente comenzó a llamarlo el Palacio de las Flores.
El shogun era un personaje de carácter más intelectual que político. Cuando el poder del clan se estabilizó, Yoshimitsu abandonó el cargo de shogun, que recayó sobre su hijo de nueve años. A los 38 años de edad, Yoshimitsu se hizo bonzo y se construyó una mansión en la zona de Kitayama.
Detrás de la mansión se elevaban las montañas y al frente se extendía un campo de flores. El lugar estaba abandonado debido a la decadencia del clan aristócrata Saionji, propietario del terreno. Yoshimitsu se hizo con aquellas tierras mediante un intercambio.
Un estanque precioso, agua cristalina, árboles y piedras se combinaron con armonía en el entorno natural de la zona, donde sobresalía un pabellón de tres pisos recubierto de pan de oro (láminas de oro), rodeado por el verdor de los árboles.
Allí Yoshimitsu organizaba reuniones por todo lo alto, a las que invitaba a aristócratas, samuráis de alto rango y sacerdotes budistas de la secta Zen, una impresionante acumulación de intelectuales. Entre ellos se encontraban los fundadores del teatro No, Kanami y Zeami. Gracias al apoyo del shogun retirado, el teatro No logró un desarrollo meteórico. Esos momentos fueron los más felices en la vida de Yoshimitsu que pudo dedicarse a la promoción y al disfrute de la cultura durante todo un decenio.
Tras la muerte de Yoshimitsu, de acuerdo con su última voluntad, la mansión de Kitayama fue convertida en un monasterio de la secta Zen, que se denominó Rokuon-ji.
En 1950 la tragedia cayó sobre el Kinkaku-ji. El Pabellón de Oro, obra maestra y tesoro de Japón, quedó reducido a cenizas tras un incendio provocado porYoken Kayashi, un acólito del templo.
Un año después el escritor Yukio Mishima escribió una novela titulada Kinkaku-ji basada en ese suceso, que aseguró fama internacional al ya inexistente templo. Este fue reconstruido en 1955, de forma que la figura que hoy nos deja absortos, sumidos en hondas meditaciones sobre el ansia humana de belleza, no es más que una reconstrucción de esa joya del recuerdo.
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